Reflexiones del PRI sobre las Escrituras | Martes de la XVII Semana del Tiempo ordinario
Evangelio
Mateo 13:36-43
En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo".
Jesús les contestó: "El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del demonio; el enemigo que la siembra es el demonio; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga''.
Reflexión del Evangelio en palabras de Monseñor Don Fischer
La historia de Adán y Eva puede llevarnos a malinterpretar algo muy esencial. Dios no ha creado a las personas de una manera que sean malas. La creación de Dios es bondad. Integridad. Plenitud. Luz y Vida. Y lo que quiere que entiendan sus discípulos con esta parábola que dijo: Quiero que sepáis que el mal existe en el mundo. No viene de ti, pero está ahí, plantado allí por una fuerza maligna.
Y el trabajo que tenemos es, ante todo, comprender su objetivo. El objetivo del mal es separarnos de Dios, de ti mismo y de los demás. Cuando sentimos eso, cuando vemos eso, es cuando debemos invocar la gracia de Dios para decir: por favor ayúdame a comprender que estoy hecho para ser uno contigo, conmigo mismo y con mis hermanos y hermanas.
Oración final
Padre, la vergüenza es una gran parte de nuestras vidas, y cuando participamos en algo que está mal, que va en contra de nuestra naturaleza, tendemos a comenzar a sentir que de alguna manera somos malvados, rotos o inaceptables. Ayúdanos a superar esa vergüenza y entrar en el reino donde podemos ver y sentir la belleza y la dignidad de cada ser humano. Y te lo pedimos en el nombre de Jesús, Amén.